7 de mayo 2017

Fragmento de John Main OSB, “Integrity,” WORD MADE FLESH (Norwich: Canterbury, 2009), págs. 55-56


Con frecuencia parece como si nos apresuramos por la vida a tan alta velocidad mientras en nuestros corazones está la flama interior del ser. Nuestro apresuramiento nos lleva con frecuencia hasta el punto de la extinción. Pero cuando nos sentamos a meditar, en quietud y sencillez, la flama empieza a tener más brillo y constancia. Conforme abandonamos el pensamiento en términos de éxito y auto-importancia, la luz de la flama nos ayuda a comprendernos a nosotros y a otros en términos de luz, calor y amor.

El mantra nos guía a este punto de quietud en donde la flama del ser puede arder brillante. Nos enseña lo que sabemos, pero que con frecuencia olvidamos, que no podemos vivir una vida plena a menos que estemos cimentados en algún propósito subyacente. La vida tiene un significado ulterior y valor que solo es realmente descubierto en la constante quietud del ser, que es nuestro arraigo esencial en Dios. Es terriblemente fácil dejar que la vida se convierta en mera rutina. Los roles pueden tomar el lugar del ser. Caemos en jugar los roles rutinarios de estudiante, mamá, esposo, administrador, monje o lo que sea… Jesús vino a decirnos que la vida no se trata de recrear roles o ser un funcionario en un sistema. Es acerca de significado y propósito sentido en las profundidades de la quietud del ser. Nuestro valor surge de quienes somos, no lo que hacemos en jugar el papel de nuestra imagen.

El significado último de Dios no surge de lo que la sociedad dice que somos- eso sería “preferir la aprobación humana sobre la aprobación de Dios,” como lo puso Jesús. (…) Cada uno… debe descubrir la verdad fundamental acerca de nosotros. Arraigados en Dios, debemos estar abiertos al amor que nos redime de la ilusión y la superficialidad. Debemos vivir en esa santidad personal infinita, la que tenemos como templos del Espíritu Santo.

Descubrir que el mismo Espíritu que creó el universo habita en nuestros corazones, y en silencio ama a todos, es el propósito de toda vida.

 

Después de la meditación, “Night” por Henry Wadsworth Longfellow. Dominio Público

Hacia la obscuridad y el silencio de la noche
El panorama se hunde, y se desvanece,
Y con ella desaparecen los fantasmas del día,
Los fantasmas de hombres y cosas, que persiguen la luz.
La multitud, el clamor, la persecución, el vuelo, 
El esplendor y la exposición no rentable.
Las agitaciones y los cuidados que apresan 
Sobre nuestro corazón, todos se desaparecen de nuestra visión.
Mientras mejor empieza la vida, el mundo no nos molesta más; 
Borramos todos los registros del aburrido libro de nuestras vidas.
Como un palimpsesto sobre el que se vuelve a escribir 
Incidentes triviales de tiempo y lugar,
¡Ved!, lo ideal, escondido debajo, revive.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos