19 de junio 2017

Fragmento de John Main OSB, “Letter Four”, LETTERS FROM THE HEART (New York: Crossroads, 1988), págs. 63-64


El compromiso con la fe no es exclusivamente intelectual o dialéctico. No significa que decidamos “creer” en las ideas de la tradición Cristiana. Se trata más bien de que tengamos el valor y, en un sentido real, la temeridad de abrirnos a lo desconocido, lo incomprensible y verdaderamente misterioso… Nos permitimos, en el pleno sentido bíblico, a “conocer” el misterio o, aún mejor, ser conocidos por él. Permitirnos hacer esto (una mejor forma de decirlo en lugar de decir obligarnos a hacerlo) es seguir el principio fundamental del evangelio de volvernos sencillos, volvernos como niños, de volver a despertar. No es algo pequeño el maravillarnos que a pesar del hecho de que… es tan fácilmente olvidado por aquellos en la corriente principal (de la tradición), que estos son los principios fundamentales del evangelio—la fe no es un asunto de ejercicio sino de apertura.

Debemos ver la fe… como apertura, y verla como una forma de ser positiva, creativa, sensible—muy alejado de la mera pasividad o quietismo. La efectividad de todo hacer depende de la calidad de ser que gozamos. Y el estar abierto implica algunas otras cualidades: tales como estar quieto, porque no podemos abrirnos a lo que está aquí si estamos siempre corriendo tras lo que pensamos que está allá; como estar en silencio, porque no podemos escuchar o recibir a menos que prestemos toda nuestra atención; como ser sencillo, porque a lo que nos estamos abriendo es a la plenitud, la integridad de Dios. Esta condición de apertura como la mezcla de quietud, silencio y sencillez es la condición de la oración: nuestra naturaleza y ser en armonía plena con el ser y la naturaleza de Dios.

La meditación es nuestro camino a esta condición de ser totalmente humanos, totalmente vivos - (La) condición a la que estamos llamados.

 

Después de la meditación: “I thank you God for most this amazing day,” E.E. Cummings, 100 SELECTED POEMS (New York: Grove Press), pág. 114

Te agradezco Dios por este día maravilloso:
Por el espíritu verdoso saltarín de los árboles
Y el azul de ensueño del cielo; y por todo lo
Que es natural que es infinito que es sí

(yo que he muerto hoy estoy vivo de nuevo,
y este es el cumpleaños del sol; es el cumpleaños 
de la vida y del amor y las alas: 
y el alegre evento ilimitado de la tierra)

¿como debería tocar, probar, escuchar, ver 
y respirar cualquier- levantado del no 
de toda la nada- un ser meramente
humano dude del Tú inimaginable?)

(ahora las orejas de mis orejas despiertas y
ahora los ojos de mis ojos están abiertos)

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos