3 de septiembre 2017

                                                         Photo via Visualhunt.com

Un fragmento de Laurence Freeman OSB, “Letter Four”, THE WEB OF SILENCE (London: DLT, 1996), págs. 38-39


Conforme meditamos, ya sea solos o en grupos o en comunidades, difícilmente podemos dejar de darnos cuenta de la profunda relación que existe entre la meditación y el mundo en que vivimos. De esta conciencia surge una experiencia de relación—el fundamento del ser en el cual estamos todos arraigados—que se expresa a sí mismo en un sentido de responsabilidad intensificado. Nuestra conciencia, nos guía a actuar de forma responsable en las áreas apropiadas de nuestra vida y de esta forma celebramos el matrimonio de la contemplación con la acción. El poder que impulsa este proceso es el amor. La compasión es amor uniendo a aquellos quienes sufren. Es redentora porque, contra todas las expectativas, es un golpe de luz en las profundidades más obscuras y libera la alegría de estar en el corazón de la mayor de las tragedias.

La reacción colectiva a una tragedia nacional pueda revelar la capacidad universal para la compasión en la naturaleza humana. Mientras esta capacidad se cumple somos capaces de ver la vida en perspectiva. Los valores verdaderos desplazan a los falsos, la impaciencia y la intolerancia que surgen del miedo entre las personas desaparecen y tratamos a los demás en esos momentos de gracia con simpatía y respeto. El reino, dirían los Cristianos, está al alcance de la mano. Su interioridad se ha vuelto manifiesta en las relaciones humanas. Pero tristemente sabemos que esos momentos de paz no duran mucho tiempo… Un significado del sufrimiento y maldad es con seguridad que nos atrae, aunque sea por un momento breve, hacia una conciencia compartida de la realidad de la comunión. Vemos que el reino…. No es un producto que puede ser fabricado y consumido sino el cimiento sin fronteras ni límites de tiempo del ser. Si no nos hemos vuelto insensibles al sufrimiento, vemos en la tragedia no solo lo distante sino también lo cercano que está Dios para nosotros.

 

Después de la Meditación. Lacy M. Johnson, Asst. Professor of English, Rice University, Houston TX, “Harvey update for family and friends, Wednesday evening edition,”, 30 de Agosto de 2017, Facebook post.

El agua destruye lo que toca: escarba cañones de los desiertos, se traga a las personas, hielo, ciudades completes y continentes. También destruye las cosas triviales que nos pasamos la vida adorando: nuestras casas, nuestras calles, nuestro orgullo, nuestros templos a la intolerancia y la avaricia, He escuchado la historia de un hombre que había escapado de la inundación de su vecindario, solo para remar en su kayak de regreso para salvar a una persona más o una cosa más, y se hundió en la corriente. Estuvo perdido toda la noche y en la mañana lo encontraron escondido en un árbol. Una adolecente fue arrastrada por la corriente del pantano y se pudo agarrar de una rejilla de un puente y se mantuvo ahí hasta que la pudieron rescatar en la mañana siguiente. Un niño fue arrebatado de su madre por la corriente y la corriente le ofreció una nueva vida de regreso al mar agitado.

Pero el agua también lava, da la vida, hace cosas nuevas. El agua ha destruido esta ciudad- no hay otra forma de decirlo—pero las manifestaciones de amor que he podido atestiguar entre vecinos y extraños y que nos llega de todo el mundo, es la cosa más bella que he visto jamás.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos