3 de diciembre 2017

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De John Main OSB, “Dropping the Anchor,” WORD MADE FLESH (Norwich Canterbury, 2009), pág. 42-43


Decir el mantra es como tirar el ancla. Cae en las profundidades de nuestro ser, y es ahí donde tenemos que ir, muy por debajo de la superficie… Estamos tan ocupados enfrentando todo lo que está pasando en la superficie que no nos damos el tiempo que necesitamos para hacernos a un lado de estas preocupaciones pasajeras. El estrés, la ansiedad, la depresión son todas invocadas como razones para evitar la meditación. (Porque parece que no tenemos tiempo). Pero en realidad, tiempo es los que tenemos para dar, cada mañana y cada noche. Debe pensarse no como tiempo para meditar sino como tiempo para ser, (….)

Este es el ataque más violento sobre el egoísmo. De otra forma asumimos que nuestros pensamientos, ideas y fantasías son de suprema importancia. En realidad, nos identificamos con ellas con mucha frecuencia. En la meditación aprendemos a soltarlas para que podamos ser. Y una vez que tocamos los cimientos de nuestro ser, hacemos un descubrimiento extraordinario. No somos nuestras ideas o las proyecciones de nuestro ego… El descubrimiento hacia el que nos encaminamos cuando empezamos a meditar es que una vez que estamos verdaderamente en nosotros mismos, estamos anclados en Dios.

Este un momento humano supremo y no sabemos que significa ser plenamente humano hasta que lo hayamos experimentado. Pero descubrimos al mismo tiempo nuestra inmensa fragilidad.

Podemos ser aventados de un lado a otro por las tormentas de la vida. Pocas personas han escapado de la experiencia de un naufragio. Pero al mismo tiempo que encontramos nuestra vulnerabilidad y nuestras heridas, lo que requiere valor para aceptar, también viene el descubrimiento de nuestro potencial infinito. Nuestro destino nos llama a cada uno a entrar en los cimientos de nuestro ser. Es el llamado a ser uno con Dios. El significado de este destino es que no necesitamos vivir vidas aisladas y denigrantes, Podemos vivir en una resonante armonía con otros, con Dios.

Esto significa que estamos llamados a un estado de expansión continua más allá de las fronteras de las limitaciones de nuestro ser. (…) (Esto es) posible porque cada persona posee dentro de sí la energía y la conciencia necesarias para derrotar el aislamiento, el egoísmo, y la muerte. A través de nuestra meditación diaria nos volvemos uno con esta energía y conciencia divinas. Es el poder del Espíritu que nos expande hacia la generosidad, hacia el amor. Y ciertamente hacia la eternidad, lo que significa una vida sin límites.

 

Después de la meditación: Rainer Maria Rilke en THE ENLIGHTENED HEART: An Anthology of Sacred Poetry, Ed. Stephen Mitchell (New York: Harper, 1989), pág. 144

Ah, no excluirse,

no a través de la más mínima separación

apartado de la ley de las estrellas.

El interior - ¿qué es eso?

sino cielo intensificado,

arrojado con pájaros y profundo

junto con los vientos del regreso a casa.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos