10 de diciembre 2017

                                                          Photo via VisualHunt /  CC BY-ND​

Fragmento de John Main OSB, “Death and Resurrection,” MOMENT OF CHRIST (New York: Continuum, 1998), págs. 68-69


San Benito les dijo a sus monjes: “siempre mantengan a la muerte frente a sus ojos.” En el mundo moderno no hablamos de la muerte. Sin embargo, lo que toda la tradición Cristiana nos dice es que si queremos ser sabios debemos aprender la lección que aquí no tenemos “una ciudad permanente“.

(Debemos escuchar) lo que los sabios de épocas del pasado y del presente nos dicen: para tener la vida en el foco debemos tener la muerte (en foco…). Hablar de la muerte es difícil para el hombre mundano. Ciertamente la principal fantasía de lo mundano opera basada en el punto de vista opuesto: no en la sabiduría de nuestra propia mortalidad, sino en la pura fantasía de que somos inmortales, más allá de la debilidad física.

Sin embargo, lo que la sabiduría de la tradición de San Benito representa es que la conciencia de nuestra debilidad física nos permite ver también nuestra fragilidad espiritual. Existe una profunda conciencia en todos nosotros, tan profunda ciertamente que con frecuencia está enterrada la mayor parte del tiempo, que debemos hacer contacto con la plenitud y la fuente de la vida. Debemos hacer contacto con el poder de Dios y de alguna manera, abrir nuestros propios frágiles “vasos de barro” al amor eterno de Dios, el amor que no puede ser apagado. (…)

La meditación es una forma de poder porque es el camino al entendimiento de nuestra mortalidad. Es la forma de poner nuestra propia muerte enfocada. Lo puede hacer porque es el camino que nos lleva más allá de nuestra propia mortalidad, es el camino más allá de nuestra muerte a la resurrección, a una nueva vida eterna, la vida que surge de nuestra unión con Dios.

La esencia del evangelio Cristiano es que hemos sido invitados a esta experiencia ahora, hoy. Todos hemos sido invitados a morir a nuestra auto-importancia, a nuestro egoísmo, a nuestras limitaciones. Estamos invitados a morir a nuestra exclusividad… Nuestra invitación a morir también es a surgir a una vida nueva, a la comunidad, a la comunión, a una vida plena sin temor…

Cada vez que nos sentamos a meditar entramos en los ejes de la muerte y la resurrección. Hacemos esto porque en nuestra meditación vamos más allá de las limitaciones de nuestra vida hacia el misterio de Dios. Descubrimos, cada uno en nuestra propia experiencia, que el misterio de Dios es el misterio de amor, amor infinito- amor que echa fuera todo nuestro miedo.

 

Después de la meditación: “White on White”, W.S Merwin, THE MOON BEFORE MORNING (Port Townsend, WA: Cooper Canyon Press, 2014), pág. 78

Arriba de las terrazas casi hasta la cima
de la Torre de Babel mis ojos están
viajando a través de las nubes navegantes
una vez más se encuentran en casa entre
las parvadas de pájaros migrantes ambos, aquellos
que todavía regresan a la tierra y aquellos que la han dejado
tirada en sus pérdidas vuelan sabiendo
en su forma desconocida y mis oídos los siguen
como siempre lo hicieron hacia los sonidos desde antes
de que hubiera escuchado y ellos cabalgan los ecos 
hacia una música más familiar que 
jamás hubiera podido creído posible
sus pasiones aumentando tan profundamente como siempre
sonando hacia arriba de las campanas de las corrientes 
cada momento que amé y perdí
subiendo hacia mí para reconocer el sonido
de ellos en el apuro de la lluvia nocturna
estoy despierto y he estado en casa todo el tiempo.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos