Un dolor de muelas es suficientemente malo. Mientras dura, el dolor extremo bloquea los otros estímulos del mundo, buenos o malos. Se convierte en el centro de nuestro campo de percepción. Nosotros podemos fastidiarnos por el hecho de que nuestras mentes estén absorbidas por algo tan accidental, y que ello nos hace centrarnos en nosotros mismos.
“Ahora el Hijo del Hombre ha sido glorificado”. Esta fue su respuesta en el momento en que su fe fue sellada y uno de sus discípulos cercanos “lleno de Satanás” se aleja de la mesa común para traicionarlo.
Ayer comenzamos el Retiro de Semana Santa en la Isla Bere. Entre las liturgias, los tiempos de meditación, los de reflexión, y compartiendo los evanescentes e inolvidables símbolos de la Pasión, trataremos con todos los que han leído estas reflexiones, de prepararnos para los tres grandes días.
Nuevamente las cortinas se levantan y empezamos a narrar ritualmente y revivir interiormente los grandes eventos que ocurrieron durante unos pocos días hace ya mucho tiempo. El mundo no se paró cuando sucedió. Sólo simbólicamente el sol se oscureció y se rasgó el velo del templo.
Generalmente hablando, primero viene la experiencia. La experiencia de primera mano siempre tiene algo de impredecible incluso si ya sabíamos lo que estaba viniendo, como en el caso del nacimiento o la muerte. Podemos conscientemente esperar una experiencia que sabemos vendrá, pero cuando en realidad sucede notamos que ha ocurrido un cambio impredecible.
La humanidad siempre ha visto al mundo en término de grandes ciclos naturales. Todo lo que fue será nuevamente, dice uno de los libros de sabiduría de la Biblia. Las estaciones giran como las constelaciones, predecibles y tranquilizando a aquellos de abajo que experimentan cambio y mortalidad. La repetición, sin embargo, tiene un doble filo: es confortable en su predictibilidad, pero tediosa en su monotonía.
Las personas por lo general coinciden en que el ejercicio físico, al igual que la meditación, es algo bueno. Nos sentimos mejor física y mentalmente cuando hacemos ejercicio físico regularmente.
Cuando el invierno llega al Ártico, los solitarios osos polares se tienden en el hielo y se hacen un ovillo para su larga hibernación. La nieve les cae encima y los cubre manteniéndolos vivos en el desierto helado; el aislamiento frío los preserva del frío mortal. La osa da a luz durante su largo y profundo sueño. Los chillidos de los diminutos oseznos activan su provisión de leche, siete veces más nutritiva que la leche humana, y su instinto maternal se demuestra más fuerte que la más poderosa somnolencia.