Da, y habrán regalos para ti: una medida colmada y rebosante caerá sobre tu regazo; porque en la medida que des, te será devuelto y con creces.
A John Main le encantaba esta imagen y la leía con la exuberancia y deleite que siente una persona verdaderamente contemplativa sobre la vida con todas sus pérdidas y sufrimientos.
Dios puso a prueba a Abraham. “Abraham, Abraham”, lo llamó. “Aquí estoy”, respondió Abraham. “Toma a tu único hijo Isaac, a quien amas, y ve a la tierra de Moriah. Ahí lo ofrecerás en holocausto, sobre una montaña que yo te indicaré” (Génesis 22:1).
“Debes ser perfecto así como tu Padre celestial es perfecto.”
Con un desafío tal, ¿cómo pudo el Cristianismo rebajarse, como casi siempre lo hace, pasando por un mero moralismo u otra ideología, compitiendo por el dominio del mundo o incluso peor, un refugio para aquellos temerosos de la revolución del espíritu?
Si recibimos este tipo de aliento durante el estado mágico de nuestro desarrollo corremos el riesgo de decepcionarnos rápidamente o nos vamos a ver forzados a entrar en gimnasias metafísicas que terminarán por revolver nuestra mente. Aún la mente racional no encuentra como relacionar esta afirmación con la validez de nuestra práctica espiritual.
La calma y el relajamiento son el resultado secundario de un buen trabajo. Obviamente si tratamos con insistencia de descansar, el esfuerzo solo nos producirá mayor tensión. Dedícale a la meditación todo lo que tienes, pero no te esfuerces demasiado. El meditar es un buen trabajo y conduce a un tipo de descanso que no es pasivo ni atolondrado sino alerta, claro y dinámico. A esto le llamamos paz.
Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas.(Mt 6,15)
"Entonces ellos también responderán: 'Señor, ¿Cuándo Te vimos hambriento o sediento, o como extranjero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no Te servimos?' (Mt 25:31 y siguientes)
En seguida el Espíritu lo llevó al desierto donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras y los ángeles le servían. (Mc 1:12)