En ocasiones el más profundo deseo de alguien se encuentra al ras de la superficie de su personalidad, de forma que todo el mundo lo nota aunque él piense que está tan escondido que apenas está consciente de ello. Las tragedias humanas se forman de esos tristes absurdos.
El niño de 9 años espera, ilusionado, para contarte que corrió una 'maratón' de una milla en tiempo record. La señora de 90 años mira a los que ama ya sin la energía para relacionarse o responder y cierra sus ojos exhaustos. Los rangos y estados de la consciencia humana son tan vastos como la diversidad de culturas y costumbres alrededor del mundo. Un día estamos hambrientos de experiencia y desempeño. Al día siguiente ya no.
Contar los días. Es algo que hacen los niños cuando esperan algún acontecimiento. También los presos mientras cumplen su condena. Los peregrinos espirituales lo hacen también - de una manera infantil y porque están enamorados de la libertad.
"A partir de un hijo divino se levantará una raza humana y un héroe dominará el mundo y su fama se extenderá por toda la tierra." Estas palabras de un himno tibetano del siglo séptimo sugieren cuán profunda y universal es la expectación sobre alguien que venga y nos lleve más allá de nosotros mismos para que podamos al fin encontramos a nosotros mismos. Ese que esperamos nos será a la vez familiar y extraño.
Juan el Bautista era un hombre salvaje. Se sintió atraído por el desierto. Él mismo estaba allí. "Yo soy la voz que clama en el desierto." Fue el lugar donde se sentía como en casa, con sus langostas y miel silvestre, en vez de los mejores restaurantes y hoteles.
En el curso de su predicación, Juan dijo: "Alguien viene detrás de mí, alguien que es más poderoso que yo, y yo no soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con el Espíritu Santo" (Mc 01:08).
Esta es la enseñanza de Jesús en el evangelio del primer domingo de Adviento - tiempo de preparación para la Navidad.
He estado viajando por Sud América y Asia en las últimas semanas y he visto los diversos efectos de la crisis financiera global. En retrospectiva, es obvio que dormimos - entramos en la crisis, lo que permite la oscilación entre la codicia y el miedo que controla el mercado para inducir un estado de sueño peligroso.