Desde la ventana de mi estudio tengo una gran vista aquí en Bonnevaux. Puedo ver hacia el lago y el valle que nos lleva hacia abajo al árbol que hemos denominado “Árbol de la Resurrección”. Es un viejo roble donde prendimos por primera vez el Fuego de Pascua la noche del Sábado de Gloria el año pasado.
Hoy en misa leemos toda la historia de la Pasión, desde la Última Cena hasta Jesús entregando su espíritu en la Cruz. La mayoría de los que leyeron la frase anterior sabrán a qué me refiero. Tengamos en cuenta a toda la generación que nos rodea, que no tiene la más mínima idea acerca de lo que estoy hablando.
En medio de una crisis, en la que nos sentimos inseguros acerca de cómo terminará - o incluso si terminará -, mientras escuchamos miríadas de opiniones y predicciones de personas que acaban de oír algo y quieren que te enteres y lo creas, ¿qué queda por hacer más que simplemente “hacer un paso a la vez”?
A pesar de que la buena recepción del programa “Un camino contemplativo a través de la crisis” nos mantuvo ocupados y conectados a internet, manteniendo el contacto con meditadores de todo el mundo, hemos continuado con nuestra vida cotidiana y tranquila aquí en Bonneveaux.
Hasta no hace mucho tiempo, los expertos y los especialistas estaban fuera de moda. Eran rechazados por ser parte del “establishment”, y fueron reemplazados por “la gente”, personas comunes y corrientes que querían hacer oír su opinión acerca de todo. Ahora, en medio de una auténtica crisis de salud global, que está cambiando al mundo en formas que ni el establishment ni las personas comunes podrían haber hecho, hemos vuelto a confiar en los expertos.
En este último tiempo, muchas personas están tomando conciencia, abruptamente, que en la vida antes del virus se habían olvidado de algo obvio: que por encima de todo, la vida es un viaje espiritual. Muchos están recordando que es necesario transitar un camino espiritual para permanecer conscientes de que la vida es un viaje espiritual - en medio de las intensas incertidumbres y las medidas extremas -.
¿Dónde se guarda nuestra memoria? Los materialistas responden que los recuerdos de largo plazo se almacenan en el hipocampo del cerebro, mientras que el neocortex se encarga de recordar lo que cenamos ayer.
¿Qué es lo normal? Una vez estaba hablando con una persona que estaba muy enojada porque se había sentido profundamente herida por un amigo. ”El amigo actuó mal” pensé en un primer momento. Era fácil para mí sentir que podía ser objetivo al pensar también: “bueno, quizás esa persona no quería herirla, es más, tal vez ni siquiera sabía realmente lo que estaba haciendo”.
Esto es muy fácil de decir cuando no somos nosotros los que estamos sufriendo en la Cruz.
Tanto de nuestro entrenamiento en cuanto a cómo afrontar la vida tiene que ver con el logro, tan poco con la realización, tan poco con simplemente vivir. Fue de gran ayuda para mí aprender ayer que una abeja trabajadora en su atareada vida de abeja no produce más que una doceava parte de una cucharadita de miel.
Un buen amigo puede consolarte y decirte una palabra reconfortante cuando te sientes desesperado, pero un verdadero amigo jamás te dará falsas esperanzas. Los políticos que quieren ser reelegidos, los padres que sólo quieren caer bien, los empleadores que no quieren enfrentar una confrontación pueden decidir engañar a aquellos que buscan en ellos liderazgo arrojándoles migajas de ilusión.