Un poco más sobre la belleza. Y lo importante que es ver nuestra propia belleza si hemos de actuar y responder correctamente, respetando la belleza del mundo natural y humano. La justicia, la distribución equitativa de la riqueza, la respuesta inmediata a una hambruna, sin importar lo que la haya causado, mantenernos fieles a los principios democráticos que profesamos aún cuando no sea para nuestra ventaja política: estas también son cosas bellas. Sigue leyendo.
La cuaresma nos da la oportunidad de ver la vida como algo más que sobrellevarla, algo más que una interminable secuencia de problemas a resolver. Bajo el stress, así es como a menudo es vista la vida, porque el tiempo se contrae, la energía se disipa en pequeños estallidos de atención imperfecta, y un sentimiento de fallo y de estar perdiendo una cita importante va creciendo cada día más fuerte. Sigue leyendo.
Shakespeare no desperdició su energía inventando historias. Las tramas de sus obras de teatro ya estaban en su biblioteca. El solo tenía que leerlas y mediante el poder de su creativa imaginación transformarlas totalmente, elevando viejos cuentos y “telenovelas” (culebrones) al ámbito de reflexiones atemporales e inolvidables sobre la naturaleza y el infinito, matices interactivos del carácter humano. Sigue leyendo.
El progreso es una interesante ilusión que la Cuaresma nos invita a revisitar. La esperanza de haber realmente aprendido una lección de la vida o adquirido un objetivo largamente buscado es muy seductora. Tendemos a asumir que tan pronto como las cosas cambian en la superficie, ha ocurrido completamente y a fondo el mismo cambio. Sigue leyendo.
El agotamiento es más que un colapso. Podrá parecer que sigues funcionando, pero por dentro estás bloqueado y abandonado, emocionalmente aislado y carente de cualquier sentido de alegría o significado en los movimientos que están sucediendo. La luz de la vida ha extinguido lo que brilla en los ojos, lo que ilumina la conversación con alegría y lo que destaca los colores y tonos del mundo. Sigue leyendo.
Estamos participando actualmente en un estudio clínico para analizar la influencia de la meditación en un grupo de médicos y enfermeras del servicio de urgencias de un gran hospital, que trabajan en un entorno de gran stress. A nuestra última reunión de trabajo vinieron algunos doctores y enfermeras que acababan de terminar su turno de trece horas, que había comenzado a las ocho de la noche del día anterior. Me impresionó. Sigue leyendo.
Esta semana hemos reflexionado sobre cómo discernir la ilusión de la realidad. Diádoco (S. V) nos ha advertido que este discernimiento es más bien un don antes que el resultado de un estudio, o de nuestro grandioso esfuerzo. Pero él también pone el énfasis en que una elección deliberada es necesaria para dirigirnos hacia lo que es real y trastrocar la atracción a la ilusión por nuestra atención hacia lo que es bueno. Sigue leyendo.
La interioridad - el primer paso en que Jesús describe el significado de la oración - es hoy en día una rara mercancía. Desde nuestros primeros días somos entrenados para ver la vida como una serie de metas y logros externos. Podemos tener éxito o fracasar en ellos. En cualquier caso, nuestro foco es entrenado hacia afuera, hacia la próxima montaña que debemos escalar, sea un obstáculo o una oportunidad. Luego, quizás un día nos caigamos de nuestra bicicleta. Sigue leyendo.
Cuando la ilusión empieza a existir puede ser, en un primer momento, muy alentadora. Como un candidato que promete todo por nada, uno de los falsos mesías que tenemos regularmente, o como una celebridad rutilante cuyo acicalado éxito envidiamos e imaginariamente hacemos nuestro, la ilusión da un alivio temporal al dolor asociado a nuestras necesidades insatisfechas o nuestros deseos frustrados. Pero siempre, al final, explota. Sigue leyendo.
Si pudiéramos ver y comprender cómo la ilusión comienza tendríamos una gran ventaja en la campaña por la realidad. Y es, en algunas maneras, como una campaña electoral, un largo proceso de persuasión, con altos y bajos en las encuestas, muchos argumentos engañosos y algunos trucos sucios; finalmente, nuestro último encuentro con la mortalidad es el día de la elección cuando llega la hora de la verdad y somos lo que nos hemos convertido. Sigue leyendo.