Extracto de la carta de Laurence Freeman en el Boletín Internacional de la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana, Vol. 33, N° 1, de Abril de 2009, pág. 4.
El mantra es el foco de este misterio diario vivido en la cotidianeidad. Es un acto de unidad, una expresión de amor que comienza con un nuevo amor hacia uno mismo, que puede parecer un poco difícil al principio pero que luego se expande a la experiencia trinitaria – al amor de Dios, al amor a otros, al amor del amor. Nos conduce a la unidad de cada uno, sanando las dualidades de una mente agitada (quiero esto o aquello o ambas cosas, esa persona es mi enemiga, aquélla es objeto de mi deseo).